domingo, 2 de junio de 2013

¡No al amor romántico!



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I.

Una voz de hombre joven recita un fragmento de la obra de William Shakespeare. Luego, una voz femenina, al otro lado del teléfono, dice: “¡No te entiendo!...” y remata con una frase: “Sí quieres vivir un amor como el de Romeo y Julieta… lee comprende y aprende”.

Se trata de un spot de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que difunde su programa de lectura. Una labor loable para una población que, de acuerdo con las diversas encuestas nacionales, lee en promedio 2.9 libros al año. Lo que llama la atención es el uso del “ideal amoroso” para sensibilizar a las personas.

Una utilización del amor como posesión, sufrimiento, despecho, violencia… que supone la historia de Romeo y Julieta y que, desafortunadamente, se actúa en la cotidianeidad. 

La Encuestas Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo 2007 (ENVINOV), elaborada por el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), revela que el 15% de las parejas han tenido al menos un incidente de violencia física; 76% de las parejas viven violencia psicológica y las dos terceras partes de las mujeres encuestadas han sido forzadas o las han tratado de forzar para tener relaciones sexuales; tanto en una como en otra situación, la casa de la víctima, ha sido el lugar de la agresión.

En entrevista con Raquel Ramírez Salgado, maestra y licenciada en Comunicación por la UNAM, “la construcción sociocultural del amor romántico supone definitivamente la subordinación de las mujeres frente al poder masculino, ya que las relaciones amorosas se construyen a partir de supuestos de jerarquización e inferiorización entre hombres y mujeres”.

Para la también docente, tallerista y conferenciante en derechos humanos de las mujeres, perspectiva feminista de género y medios de comunicación “debemos tomar en cuenta que el acceso al poder y a los recursos no ha sido equitativo a lo largo de la historia y sus respectivas transiciones para mujeres y hombres, por el contrario, las estructuras sociales se han conformado a través de la desigualdad, asegurando el poder para un grupo selecto de individuos y excluyendo a quienes no pueden participar en los pactos donde se reafirman los privilegios, como los de clase, raza, etnia, políticos, y desde luego los de género.

“¿Cómo se relaciona esto con el amor? Cada vez que las personas nos relacionamos la posición que ocupamos en el mundo está implícita como un eje ordenador y normativo, que determinará el acceso al poder, ya sea de forma inequitativa o equilibrada; y si recordamos que la condición de género de las mujeres nos ha posicionado como vulnerables, entenderemos que, de la forma en la que está construido el mundo social, no pueden establecerse vínculos, sino dependencias”.

“Por otro lado –continua Ramírez Salgado–, la violencia de género ha funcionado ‘eficazmente’ como mecanismo para mantener la desigualdad y exclusión, y se sustenta ideológicamente mediante la misoginia, es decir, el odio por las mujeres y todo lo relacionado con ellas, todo esto dentro de un sistema llamado patriarcado. Por lo tanto, todo proceso e interacción social que se realiza dentro de un sistema patriarcal está permeado por la misoginia y las relaciones de poder inequitativas a través de la violencia, tal es el caso de la construcción sociocultural llamada amor romántico.

“Así mismo, el amor romántico exige conductas que empujan a las personas a renunciar a la libertad y a la autonomía, como los celos, el miedo a la soledad y la creencia de que las personas nos pertenecen, lo cual implicaría llevar a cabo ejercicios de dominación y violencia. Desde luego que el amor romántico no es experimentado de la misma forma por mujeres y hombres”.

Deseo que toda y todos leamos cada vez más, pero que nuestro anhelo no sea tener un amor como el de Romeo y Julieta, al estilo “Muero por ti…”, “Sin ti no puedo vivir...”, “Mí@ o de nadie”; que desechemos el amor de pareja como la única posibilidad de ser mejores, porque existe la amistad, el trabajo, la solidaridad, la camaradería… entre mujeres, entre mujeres y hombres, entre hombres y hombres.

Más sobre ¡No al amor romántico! en la próxima entrega.

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